lunes, 30 de junio de 2008

29 de Junio Natalicio de Pedro Henríquez Ureña


Sus padre fue Don Francisco Henríquez y Carvajal, doctor en medicina que llegó a ocupar la primera magistratura de la República Dominicana, y su madre, Salomé Ureña de Henríquez, poetisa admirada en muchos círculos literarios.
Pedro Henríquez Ureña inició su labor literaria antes de obtener el bachillerato con una colección de poesías titulada AQUI ABAJO (1898), seguida por otras obras de creación literaria, como EL NACIMIENTO DE DIONISIO (1906).
Ya grande hizo muchos viajes de estudios y de trabajo. Era muy trabajador. Estuvo en Nueva York, en Cuba, México, París, Madrid y en Buenos Aires. Pedro se destacó como crítico de literatura. Además de crítico fue un filósofo. Pensaba y escribía mucho acerca de cómo debía vivir y cómo debía ser América y el hombre americano. Pedro Henríquez Ureña fue también filólogo.
Los filólogos son personas que estudian todos los problemas que tienen que ver con la lengua y la literatura. Pero sobre todo Pedro Henríquez fue un humanista. Amó y defendió a toda la humanidad, pero principalmente a los pobres.
Su fama creció en parte gracias a sus viajes. En muchos países que visitó y en los que vivió, dejó el recuerdo de su obra.

En España tomó parte activa en la redacción de la revista de Filología Española; en México fue Director General de Enseñanza Pública y Catedrático de la Universidad Nacional; en Argentina, profesor de las universidades de Buenos Aires y La Plata, y en República Dominicana, desempeñó el cargo de Superintendente General de Enseñanza.

Escribió importantes estudios literarios, entre los cuales se destacan: Seis ensayos en busca de nuestra expresión, La versificación irregular de la poesía castellana, Observaciones sobre el Español de América, La Cultura y las letras coloniales en Santo Domingo. También escribió numerosas monografías y artículos de crítica.

Pedro Henríquez Ureña se alejó del país en la época del tirano Rafael Trujillo, Se fue a vivir primero a México y luego a Argentina. En ambos países fue catedrático. Impartió docencia en universidades de Cuba, Venezuela, Estados Unidos y Chile. Siempre fue un permamente preocupado por la suerte de los dominicanos.

Murió en Argentina, de un ataque al corazón, en el año 1946. Pedro Henríquez Ureña es considerado, por sus aportes al pensamiento latinoamericano, como uno de los grandes intelectuales del continente.